La presencia de estos artefactos en la zona no era habitual, sino que guardaba una relación directa con el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial que se libraba entre los países del Eje y las potencias aliadas, y en la que el Gobierno del general Franco, que había alcanzado el poder después de una cruenta Guerra Civil sembrando un millón de muertos en España, se había posicionado claramente a favor de Alemania e Italia, a pesar del intento de convencer al mundo de su neutralidad.
Cuando los aliados invaden el norte de África con el despliegue de la «Operación Torch», iniciada con éxito el 8 de noviembre de 1942, el avance hacia el corazón de Europa a través del Mediterráneo es un hecho incuestionable e inminente. Las autoridades españolas empezaron a temer entonces la posibilidad de un desembarco en sus costas, y fruto de esta preocupación se decidió elaborar un anteproyecto de minado del litoral que cubriría la defensa de sus fronteras desde Huelva hasta Málaga y las posesiones españolas en el norte de Marruecos.
La última parte de este informe concluía que para tal menester sería necesario fondear 16.000 minas en las aguas territoriales, de las que en Cádiz, cuartel general de este departamento marítimo, sólo llegó a almacenarse un 15% de lo previsto.
Al final, el proyecto fue abandonado tras la invasión de Italia el verano de 1943, hecho que alejaba el peligro de ser víctimas de un ataque aliado. Pero las 2.228 minas y cargas de profundidad que habían llegado a acumularse en Cádiz, en dos edificios carentes de cualquier medida de seguridad como polvorines, permanecieron indefinidamente alojadas en este lugar inadecuado, exponiendo a un riesgo temerario y desmesurado a una población de 100.000 habitantes, en una zona de la geografía española víctima de las mayores temperaturas que se producen en el país.
La noche del 18 de Agosto de 1947, la mayoría de los habitantes de Cádiz, como es habitual en épocas de calores estivales, habían salido a las calles para refrescarse con la brisa marina por las inmediaciones del puerto.
Cádiz - Muelle
Hacía ocho años del término de la guerra civil, y Cádiz, población que contaba con unos cien mil habitantes, atravesaba, al igual que todo el pueblo español, una dura posguerra y estaba marcada por la miseria, el hambre y la censura e inmersa en las garras de la dictadura cuyo régimen utilizaba, entre otras cosas, el silencio y la ocultación de datos como parte de su política.Pero el salero y la alegría gaditana hacían que la gente intentara olvidarse de sus miserias buscando otras cosas con las que evadirse y olvidarse del hambre y las necesidades.
Por eso en las tardes, como aquella del verano de 1947, se arremolinaba junto a pequeños teatrillos callejeros, veían una película en el cine de verano y se acercaban a las playas, siempre buscando el fresco y el olvido de sus penurias.
Los astilleros Echevarrieta Larrinaga era una de las empresas más importantes de las construcciones navales, y daba empleo a la mayor parte de la ciudad andaluza, evitándolos así de tener que rebuscar en los cubos de la basura algo para llevarse a la boca o tener que mendigar.
Astilleros Echevarrieta Larrinaga (foto Cádiz de ayer y de hoy)
En esos mismos astilleros, a las diez menos cinco de la noche del 18 de agosto de 1947, se produce una tremenda explosión. La intensidad de la misma fue de tal magnitud, que se escuchó en varias capitales andaluzas llegando incluso el resplandor hasta las mismas según los periódicos de la época, y también según los mismos, fue provocada por la intensa ola de calor que padecía la ciudad activando la explosión de las cargas de profundidad de los submarinos.Posteriormente se cambiaría la versión para indicar que la explosión se produjo por un incendio iniciado en los mismos astilleros.
Los testigos que vivieron tan trágicos momentos, y que lograron salvarse, describen un horrible estruendo acompañado de una luz como del amanecer que lo inundó todo, para sentir después como la onda expansiva, cargada de calor y olor a muerte recorría toda la ciudad.
El ruido de cristales rotos, los gritos de pánico y los se mezclaban con el del desplome de los edificios.
En cuestión de segundos todo quedó destruido, envuelto en llamas y convertido en escombros.
La intensa explosión arrasó por completo los Astilleros, el barrio de San Severiano, la Escuela de Torpedistas y la Casa Cuna.
Esquema de la zona de la explosión - Imagen de Astilleros de Cádiz
Pronto se corrió la noticia de que había explotado un polvorín repleto de minas utilizadas en la lucha antisubmarina con cuatrocientos kilos de trilita dentro. Explotaron unas 1.065.Las víctimas yacían entre el fuego y los escombros, pereciendo miles de ellas, la mayoría, en los lugares apuntados anteriormente, aunque según la versión oficial, eran poco más de un centenar.
La Casa Cuna destruída - Imagen periódico La Vanguardia 20-8-1947
A los pocos días del suceso se empezaron a valorar por la población hipótesis sobre la causa de esta explosión, fueron numerosas teorías las que surgieron, de las cuales, y al día de hoy, se sostienen algunas de ellas como posibles causas originarias, aunque no se ha llegado a saber cuál fue la definitiva.Se hablaba de conspiración por parte del servicio de espionaje ruso (KGB), partiendo de la base de que se tenía conocimiento de distintas explosiones en España que precedieron a las de Cádiz, producidas en El Ferrol y en Gran Canaria, lugares en los que los militares alemanes se solían ver asiduamente, sobre todo, un matrimonio de origen checoslovaco que fue detenido, juzgado y condenado misteriosamente, presuntamente acusados de ser agentes de la KGB.
El Instituto Demografígo destruído - Imagen periódico La Vanguardia 20-8-1947
Una de las principales teorías fue la de la de la conjura atómica motivada por experimentos con este tipo de armamentos. Se sabía que la empresa Echevarrieta y Larrinaga estuvo en contacto durante la segunda guerra mundial con técnicos alemanes, de los cuales recibirían, hipotéticamente el encargo de la construcción de un submarino nuclear.Los Astilleros - Imagen periódico La Vanguardia 20-8-1947
El Régimen franquista de la época intento por todos los medios echar tierra sobre el asunto, ocultando y requisando pruebas y fotografías de la tragedia, llegando incluso a prohibir las que mostraban imágenes de muertos, para que lo sucedido fuera pronto olvidado. Este intento sin embargo,fue en vano. Fue mucho el dolor que sufrió el pueblo gaditano como para que todo quedara en el olvido.Sanatorio Madre de Dios
Como ya se ha dicho, se hizo publico que el balance oficial de fallecidos no superó los 152. El pueblo, conocedor de la realidad, sabía que la cifra había superados los millares. Habían visto durante los días de desescombro como llegaban al cementerio camiones llenos de cadáveres y enterrados rápidamente en una fosa común.La muerte de Manolete, acaecida el 28 de Agosto, contribuyó de alguna manera a acallar en parte la tragedia de Cádiz ante el país.
Como cabe imaginar, se elaboró un sumario instruido en la causa 197/47, a fin de esclarecer los hechos. La conclusión del mismo no halló culpables ni indicios claros que explicaran el origen de la deflagración y es por este tipo de respuestas administrativas, que el ingeniero químico alemán A. Stettbacher afirmara en 1952 que «las causas de las explosiones militares" infortunadamente suelen sustanciarse con un expediente de responsabilidades por contravención a los reglamentos, o quedan buenamente en el secreto».
Y así sucedió, demostrando la experiencia una vez más que detrás de los riesgos antrópicos existe casi siempre una imprudencia manifiesta y una negligencia consentida, aunque no reconocida.
Al día de hoy las causas siguen siendo un misterio, tal vez olvidado por los protagonistas gubernamentgales de la época, pero inolvidable por el pueblo gaditano.
Nota: El filólogo D.José Antonio Aparicio, en su libro “La Noche Trágica de Cádiz”, anota, según sus propias investigaciones, que:
"La explosión tiene lugar a causa de la naturaleza de los explosivos, pues los militares pensaban que sólo había tinitrotolueno (TNT) y se han encontrado otras sustancias más sensibles que fueron las que provocaron el estallido". Explicó que "el TNT no explota a 95 grados de temperatura, sin embargo otras sustancias sí, como la nitrocelulosa, material del que estaban cargadas 50 cargas de profundidad alemana".
Añadió que este material "a 17 grados de temperatura se descompone", pudiéndose ser "el causante de la explosión".
Una teoría que muy bien pudiera poner punto final al enigma.
Fuente de Datos:
* "La Noche Trágica de Cádiz - Antonio Aparicio"
* Protección civil de Andalucía
http://milan2.es/Polvoras/Hipotesis_Nc_Inicio.html
ResponderEliminarLa crítica política es totalmente sectaria. Se hace ver que se vivía en un estado de penuria causado por Franco. Los muertos y represión de la guerra civil parece que sólo los provocó Franco. Y la pobre gente, miserable y aguantando con resignación. Que no cuela, chico, que ya estamos hartos de películas. Y el régimen de Franco tuvo el máximo apoyo de la población. Por eso triunfó el levantamiento. La izquierda española, aquélla y ésta, da vergüenza ajena.
ResponderEliminarJavier, publico tu comentario porque todos tenemos libertad de expresión (cosa que no sucedía durante el franquismo).
ResponderEliminarMi infancia y ni niñez han estado marcada por el franquismo. Niña pobre y marcada por la situación. Imagino que cada uno tenemos nuestras propias experiencias.
Gracias por dejar tu comentario.
Un saludo
Esta crítica es algo partidista, es cierto que con Franco hubo penurias, hubo gente que ganó y gente que perdió. Pero no creo que las cosas hubieran estado mucho mejor con el triunfo de una República que precisamente traicionó el derecho a voto (golpe del bando Popular cuando había ganado la CEDA claramente). Así que sí, había penuria y miseria, pero no por Franco, sino porque toda Europa estaba exactamente igual.
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