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Desapariciones En El Mar


Más allá de las islas, de las tierras, de los continentes enteros, existe un universo prácticamente desconocido, poblado por una fauna pintoresca y dotada de una vida extraña, impalpable, casi imposible de sospechar.
Los océanos rebosan de enigmas, de zonas malditas, de lugares prohibidos a la navegación. Millares de hombres y cientos de navíos se han desvanecido en ellos, sin que se conozca el número exacto, desde hace siglos. Y, entre ellos, fueron muchos los que no lanzaron la más mínima llamada de socorro, incluso hoy día, en que los navíos disponen de un material de radio a toda prueba.

Son casos que desafían a toda lógica. No afecta tan sólo a pequeñas embarcaciones pesqueras desprovistas de radio, a las que una tempestad habría destruido, sino también a navíos modernos, muy bien equipados para lanzar mensajes de urgencia en caso de peligro, sin embargo en todos los casos el silencio fue total. Ningún indicio subsistió sobre el origen de estos dramas inexplicables. ¿Por qué fantástico fenómeno todos estos navíos han podido ser absorbidos? Y si existe un fenómeno así ¿Cuál puede ser su naturaleza? Una llamada de socorro no necesita más que algunos minutos… 

En los años que van de 1929 a 1954, sin incluir la Segunda Guerra Mundial, doscientos veintidós barcos desaparecieron en el océano sin emitir la señal de alarma, y en 1970 y 9171, trescientos cincuenta navíos desaparecieron sin dejar la menor huella. Las agencias navieras declaran cada año entre ciento sesenta y trescientas desapariciones de navíos, de los cuales, muchos de ellos no se ha vuelto a tener ninguna noticia más. Evaporados en el mar.
De hecho, el origen de muchos de estos sucesos inquietantes se nos escapa siempre, a pesar de algunos comunicados oficiales tranquilizadores oportunamente difundidos. Se trata de un enigma tal que conviene reconsiderar los métodos tradicionales de investigación para aplicarse a él, en lo posible, con un nuevo estado de ánimo.

La Boussole y el Astrolabe

En 1786 Francia organizó una de las más grandes expediciones marítimas en el océano Pacífico, rumbo a Nueva Zelanda y Australia. Dos magníficos navíos, la Boussole y el Astrolabe, dirigidas por el marino francés Jean François Galaup, conde de La Pérouse, abarrotados de científicos, cartógrafos, astrónomos y botánicos, surcaron las aguas del Océano Pacífico con destino a la isla de Pascua y Hawai, llegando luego a Corea y Japón. Siguieron por la isla de Sakhalin, descendiendo hacia Australia, explorando la Samoa y Tonga, tratando en vano de aterrizar en la isla de Norfolk (situada entre Nueva Caledonia y Nueva Zelanda) en enero de 1788.

 (La Boussole y el Astrolabe) 

07 de febrero 1788, el navegador de La Perouse escribió su última carta al gobierno francés expresando su intención de continuar con la expedición según lo previsto. Sería la última, luego se hizo el silencio. Nunca más se supo de él ni de la expedición.
Había ocurrido un misterioso fenómeno. Habría sido posible culpar de la desaparición a una violenta tempestad si se hubieran encontrado resto de estos dos barcos; pero a pesar de una profunda investigación, las expediciones de búsqueda no llegaron a dar una imagen exacta del origen del drama. 

(Jean Francois de Galaup, conde de La Perouse)

En aquella época, los investigadores disponían de medios reducidos y no sabremos nunca si fueron arrecifes, una tempestad catastrófica o un ataque de los indígenas los que ocasionaron estas desapariciones.

Como es natural, la Boussole y el Astrolabe no disponían de ningún aparato capaz de enviar un mensaje pidiendo socorro, lo cual hace que nos perdamos en conjeturas sobre su suerte,

En 1791, se envió una expedición para encontrarlo, pero no fue hasta 1829 que se encuentran los que parecen ser restos de su barco cerca de la isla de Vanikoro y los rastros de la masacre que había sufrido  la mayoría de los miembros de su expedición.

El fin de estos barcos, como tantos otros, que aún hoy no se ha aclarado y aún hoy sigue siendo un enigma.

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