Esta es una extraña historia, en la cual se relata como un bergantín goleta, fue descubierto navegando a la deriva y sin tripulación abordo, el 5/12 /1872 a la altura de la isla de Madeira.
No es el único caso de buques que aparecen sin tripulación, abandonados en medio del mar.
El 5 de diciembre de 1872, el vigía de la nave británica Dei Gratia avisto un barco que parecía tener problemas. Tres tripulantes bajaron la chalupa del Dei Gratia y remaron hasta el barco en peligro para ofrecerle ayuda. Treparon por la barandilla y llegaron a la cubierta; salvo por el sonido del viento en las velas y el inquietante crujido del maderamen, no se oía nada. Los marineros registraron el barco desde los mástiles hasta la bodega y lo encontraron en excelentes condiciones, pero no había ni un alma a bordo. La tripulación había desaparecido sin dejar rastro. El barco se llamaba Mary Celeste.
La desaparición de la tripulación de este barco es el elemento central de la larga historia de desgracias del Mary Celeste. Atraía la mala suerte como el imán atrae las limaduras de hierro. Los supersticiosos dirían que era yeta, y casi habría que darles la razón.
El Mary Celeste fue construido en 1860, en los astilleros de Joshua Dewis, situados en Spencer's Island, Nueva Escocia; fue el primer barco de un consorcio de constructores navales. Originalmente se llamó Amazon, y fue botado en 1861, el año en que comenzó la guerra civil norteamericana. Las tragedias empezaron poco después, cuando su primer capitán, un escocés llamado Robert McLellan, cayó enfermo y murió. Entonces asumió el mando un tal John Nutting Parker, quien capitaneó el primer viaje del Amazon, pero el barco tropezó con una encañizada de pesca cerca de Maine, sufrió daños en el casco y tuvo que volver a los astilleros para ser reparado. Mientras estaba allí se produjo un incendio, que costó el puesto al capitán Parker.
El Amazon cruzó por primera vez el Atlántico sin problemas, hasta que llegó al estrecho de Dover y choco con un bergantín. El bergantín se hundió, el Amazon tuvo que ser reparado de nuevo y su tercer capitán marchó en busca de otro puesto.
Después de las reparaciones y del nombramiento de otro capitán, el Amazon volvió a América y, acto seguido encalló cerca de CowBay, en la isla de Cape Breton, Nueva Escocia.
A partir de ahí, la historia del Amazon se vuelve algo confusa. Fue sacado de las rocas y reparado, pero parece que fue vendido varias veces. Varios de sus propietarios quebraron y ninguno de ellos obtuvo beneficios de su contacto con el barco. Finalmente llegó a las manos de J. H. Winchester & Co., consorcio de armadores de Nueva York. A esas alturas, el Amazon ya no se parecía en nada al barco que salió del astillero de Joshua Dewis. Había sido agrandado, llevaba los colores norteamericanos y por nombre Mary Celeste.
En algún momento de septiembre o a principios de octubre de 1872, el Mary Celeste atracó en el muelle 44 del East River de Nueva York, preparándose para recibir un nuevo cargamento y una nueva tripulación.
El Mary Celeste. zarpó el día 7 de noviembre de 1872 del puerto de Nueva York rumbo a Génova; estaba al mando el capitán Benjamin S. Briggs, la tripulación estaba compuesta de 7 hombres, e iba abordo, también la esposa de Briggs y su hijita de dos años. El buque transportaba 1700 barriles de alcohol comercial, por encargo de la firma H. Mascarenhas & Co, para aumentar la graduación alcohólica del vino.
El capitán de la nave
Su esposa y su hijita de dos años
Según lo que se pudo extraer del diario de abordo, la goleta zarpo el 7 de noviembre, no registrándose ningún hecho anormal hasta la última anotación, acaecida el 24 de noviembre, en esta se consigna que habían llegado a las Azores y que la noche siguiente al 24 se encontraron con mal tiempo. Luego el diario no registra más anotaciones, pero en la pizarra del puente (en donde se anotaban las distintas posiciones tomadas durante la singladura, antes de transcribirlas al libro de bitácora) figuraba que el "Mary Celeste" se encontraba exactamente al nordeste de la isla Santa María, esto es el 25 de noviembre de 1872. Lo que ocurrió luego es todo un misterio.
El barco fue hallado a la deriva y sin nadie abordo, aproximadamente a las 15.00 Hs de 5 de diciembre de 1872, al cabo de 10 días de la última anotación del capitán en la pizarra del puente. Fue avistado por el bergantín. Dei Gratia., que navegaba a Gibraltar desde Nueva York, a
El barco a la deriva
Este hecho alarmó al capitán Morehouse, quien decidió acercarse al misterioso barco. A medida que las distancias se acortaban, pudo leer el nombre del "Mary Celeste" en medio del balanceo; preocupándose aun más, ya que conocía a Briggs desde hacia tiempo y sabia que era un marino muy hábil. Al estar próximos ambos barcos, Morehouse pudo observar que no había nadie al timón, ni señal alguna de vida. Ante este hecho, ordeno a su primer oficial, Oliver Deveau, que abordara el barco e investigara lo sucedido.
Veamos las palabras textuales de Deveau, extractadas del informe elaborado por el almirantazgo ingles.
"Embarcamos en la chalupa 5 marinos y yo, cumpliendo ordenes del capitán Morehouse; la distancia entre ambos barcos era de unos cientos de metros.
El barco era impulsado por una suave brisa, que lo hacia navegar aproximadamente a 2 nudos; a fin de poder abordarlo remamos hasta abarloarnos por la amura de babor desde donde venia el viento, haciéndolo así, a fin de evitar que por la deriva el barco nos cayera encima. Luego de hacer firme un rezón a los acolladores del palo mayor logramos poder abordar.
Luego de una rápida inspección pude comprobar que el barco estaba desierto, el único bote había desaparecido, colgando de la popa restos del aparejo para izarlo; daba la impresión de haber sido cortado en rápida huida. Comprobamos que el antepecho lateral, correspondiente al lugar donde debió arriarse el bote, continuaba abierto; lo cual a mi entender, es otro indicio de una posible huida precipitada.
Sobre cubierta la escotilla principal y la de carga permanecían cerradas, pero la anterior que da al sollado de los marineros y la posterior que comunica con el camarote del capitán y oficiales estaban abiertas, también lo estaba la de la despensa.
Sobre cubierta encontramos tirada la barra de sondeo, e inmediatamente la utilice para comprobar el agua que había en la sentina, verificando que solo tenía
El aparejo se encontraba preparado como para mal tiempo, más precisamente como para correr un temporal, ya que solo estaban izados el Foque, el Petifoque, la trinqueta estaba arriada y solo probaban el juanete fijo y el volante. Notamos que la burda volante se hallaba enredada, la driza de la cangreja se había roto, y la vela de sobregavia también estaba arriada.
Luego de la inspección en cubierta procedimos a revisar en detalle el interior, lo primero que nos llamo la atención fue que había restos de comida, colocados con orden en la mesa; también estaban ordenados una serie de objetos pequeños en mesas y estantes, hecho que nos llevo a pensar que si hubiera habido un temporal o colisión se hubieran caído.
Encontramos un sable cerca de una de las escotillas abiertas y su hoja estaba manchada por algo que parecía sangre (después se supo que era óxido).
La ropa en el camarote del capitán, que supongo pertenecerían a él y a su familia, se encontraban ordenadas en sus baúles. Encontramos también en sus lugares el dinero y equipaje de la tripulación.
El diario de navegación lo encontramos en la camareta del capitán, lo cual nos sorprendió pues no es su lugar habitual; la última anotación era del 24 /11/1872; y en ella no se consignaba nada extraordinario que pudiera explicar la desaparición de la tripulación.
Notamos que faltaba la documentación del barco, un sextante y algunas provisiones
Respecto de la carga que eran barriles de alcohol, 9 estaban vacíos y en mal estado".
El capitán Moorhouse fue informado inmediatamente sobre el suceso y solo le cupo pensar que la infeliz tripulación había sido víctima de una enfebrecida tormenta. Deveau, contradijo inmediatamente esta teoría: “He encontrado una máquina de coser y sobre ella un frasco de aceite que difícilmente hubiese aguantado ahí de haber sufrido un fuerte oleaje”. El capitán miró a su segundo. En su rostro se reflejó la perplejidad. ¿Qué había, pues, sucedido en el velero? ¿Dónde había ido a parar la tripulación? ¿Qué les empujó a abandonar la embarcación? Y de ser así ¿Qué medios utilizaron para hacerlo, hallándose como se hallaban, los botes de salvamento en su sitio? El capitán Moorhouse decidió finalmente llevarse consigo el bergantín fantasma a tierra firme, y allí, tratar de dar explicación a éste misterio.
Pero por mucho que investigaron, y por muchas teorías que se dieron, nadie consiguió dar una explicación coherente al misterio del Mary Celeste.
El Mary Celeste fue devuelto a James H. Winchester, y bajo el mando del capitán George W. Blatchford continuó su viaje hasta Génova, donde finalmente entregó su carga. Entonces, Winchester lo vendió -se dijo que con una considerable pérdida- y a lo largo de los 12 años siguientes el barco cambió de manos no menos de 17 veces. Ninguno de sus propietarios dijo nunca una buena palabra de él. Anduvo dando bandazos por la costa de los Estados Unidos, perdiendo cargamentos, velas y marineros, encallando e incendiándose con increíble regularidad. Parecía que el Mary Celeste era víctima, desde que fue botado, de una especie de maldición.
El Mary Celeste, conferido a una nueva tripulación, acabó sus días en 1885, en los arrecifes de Roshelle, cerca de Haití, donde el oleaje lo fue destrozando poco a poco.
Una historia sencillamente alucinante la del Mary Celeste. Un blog fascinante...y misterioso. Gracias por estar. Un saludo.
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