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El Manuscrito De Villafranca

(Villafranca de los Barros - Fotografía de 1922)

Más conocido como “El Manuscrito perdido de Villafranca”, el misterio de la también llamada “Niña Endemoniada”, Antonia Batista comienza sus andaduras a finales del siglo XIX, cuando se descubrió en la localidad de Villafranca de los Barros, un pueblo de la provincia de Badajoz, un pergamino del siglo XVII, junto a muchos otros olvidados en el tiempo.
Y olvidado en el tiempo continuó, tal vez por decisión unánime de las autoridades de entonces, debido a lo que en él se manifestaba: Una niña que fue dada por endemoniada, campanas que tocaban solas ante el asombro de los asustados habitantes del pueblo, y varios sucesos inexplicables atribuidos al mismísimo diablo.

Un siglo más tarde quiso el destino que fuese descubierto por la Archivera de la Junta de Extremadura Pilar Casado, que desempeña su trabajo en el Archivo Histórico de Badajoz, catalogando los documentos perdidos del Ayuntamiento de Villafranca, que se encontraban apilados de mala manera en un lugar apartado de un sobrado del ayuntamiento. Era hora de recopilar, ordenar y archivar cientos de documentos olvidados en el tiempo y recuperar así la historia perdida del pueblo.
Y fue realizando esta tarea cuando Pilar Casado se dio de bruces con una carpeta que llamó su atención entre las demás debido a la anotación que figuraba en ella: “Fenómenos Paranormales”. La anotación había sido realizada a finales del siglo XIX.
Dentro de la carpeta se encontraban dos voluminosos expedientes judiciales de más de veinte páginas, añejos por el tiempo, en lo que se relataban los tenebrosos sucesos acaecidos casi cuatrocientos años atrás, que tenían como protagonista a una niña de origen portugués y de tres meses de edad, que según los legajos, se lanzó a “un hablar imposible que fue certificado por los más honorables hombres de la villa”.


Se trataba en cuestión de la niña Antonia Batista, y los hechos que se narraban eran los siguientes:

“D. José de Rivera Padua, en el auto proveído por la justicia dixo:
El sábado pasado que se contaron doce días del mes de septiembre desde presente año, entre siete y ocho de la noche, estando este testigo en las casas de su morada, en una sala donde tiene su estudio, en compañía de María Batista, su prima, viuda de Rodrigo de Sequera, la cual tenía una hija suya de edad de cuatro meses poco más o menos, en sus brazos, la cual estada echadita sobre un bufete reclinada en el brazo de su madre. Y este testigo quiso salir de casa y yendo a tomar su capa miró a la dicha niña que llaman Antonia, la cual con violencia comenzó a levantar los brazos y las piernas poniéndosele la cara muy roja, y este testigo escuchó juzgó que le daba algún accidente a la dicha niña, levantando la cabeza del brazo de su madre comenzó y dijo en voces altas y claras: DOMUS, AUSTRIACA, CONTERET, CAPUT, TUUM, y cuando la niña comenzó a decir las palabras en tono bajo y acabó en tono alto, con mucha fuerza y violencia, mostrando en sí grande alegría sobrenatural y gozo. Y a este tiempo, la dicha doña María Batista, madre de la dicha niña dijo: “El buen Jesús Dios nos quiere castigar, misericordia Señor.” Y este testigo dijo: “ Verbun caro factum est”, admirado del suceso. Fue a la calle en busca de gente para que lo viesen y fue a casa de don Alvaro Guerra de Bolaños, que vive pared en medio de la testigo para que fuese a ver este prodigio, y ambos dos vinieron a gran prisa para ver a la niña, la cual todavía estaba forcejeando con los mismos movimientos de piernas y brazos, y gorjeando con la lengua, y la cara muy roja… y así estuvo de esta forma más de medio cuarto de hora hasta que se fue apaciguando, se quietó y se quedó como antes de que le diese dicho accidente”.

Según se narra posteriormente, don Alvaro Guerra de Bolaños era el Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición, que quedó atónito por el contraído y feroz rostro amoratado de la niña que continuaba lanzando por su boca palabras ininteligibles ante la presencia de la gente que había acudido, y que se asombraba considerando que era la encarnación del mismo Satanás.
Las palabras en latín que Antonia Batista había pronunciado (Domus, Austriaca, Conteret, caput, Tuum), traducidas al castellano era algo así como “casa de Austria enloquece tu cabeza” o la “casa de Austria enloquece”, lo cual alarmó aún más a los atemorizados vecinos, pues lo tomaron como un mal presagio de los males que podrían avecinarse sobre la reinante Casa de Austria. Efectivamente por aquella época el imperio de los Austrias enloquecía. Carlos II contaba con diez años de edad y sería el último de los Austrias. Con su muerte en 1674 la extirpe de los Austrias se extinguió para siempre.

La madre de la niña Antonia Batista reconoció que ésta llegó a llorar en su vientre cuando estaba embarazada. Esto era considerado en la mentalidad de aquellos tiempos que cuando un hecho de estas características sucedía, el bebé tendría en un futuro la capacidad de ver la realidad más allá de lo normal, y de poseer una percepción más desarrollada de la misma. Se creía que era maldición del diablo, por lo que es posible que la niña fuera vista como una futura bruja.
Llorar en el vientre de la madre, nacer con una cruz en el paladar, o ser ungido durante el bautismo con los óleos equivocados, o sea, con el de los muertos, eran consideradas señales diabólicas.

Pero el insólito expediente de “la niña endemoniada” no terminaba aquí. Tenía además varias hojas añadidas, escritas probablemente en el siglo XIX, en las que se daba constancia de otros sucesos sobrenaturales que se habían producido en la misma localidad. Se trataba de la declaración hecha ante el tribunal por el alguacil de la villa José Antonio Lechón:
(Hermita de Nuestra Señora de la Coronada)

“Yendo este testigo el día veintidós de agosto del pasado mil y seiscientos sesenta y cinco, a cosa de las once de la noche , poco más o menos, en compañía de su merced don Alvaro Gutiérrez Blanco, alcalde ordinario de la villa de aquel año, llegando al final de la calle del Aceituno que salía al egido de la ermita de Nuestra Señora de La Coronada, oyeron que una de las campanas de dicha ermita dio una campada, y este testigo y su merced fueron a dicha ermita que está extramuros de la villa.
Yendo a dar a ella sonó otra campanada, y habiendo todos juntos llegado vieron que las puertas que tiene estaban cerradas y se comprobó que no había persona alguna en el interior de la ermita…”

(Imagen de Nuestra Señora de La Coronada)

Otras declaraciones hechas por el vecino Juan de Zúñiga y Ceballos, el escribano de la villa Juan Mateos, Beatriz Hernández, Leonor López, y el alguacil menor Alvaro González, todos penetraron en el interior de la iglesia intentando sorprender al autor de las campanadas. Pero después de recorrer todas las dependencias de la iglesia comprobaron que ésta se encontraba completamente vacía, lo que los hizo salir de allí despavoridos.
Esa misma noche moría Felipe II, el padre de Carlos II, el Hechizado, quién como ya se ha apuntado, fuel el último rey de la Casa de Austria.
Por todo el pueblo se corrió la voz de “milagro” de Nuestra Señora de la Coronada.
Estos hechos ocurrieron diez años antes de que la niña Antonia Batista hablase en latín.

Poco o nada se sabe de lo que sucedió en un futuro con la niña y su madre, aunque existen varias teorías sobre ello. Nada se ha encontrado en los libros de defunción de la casa parroquial que informarse sobre las mismas, ni en el archivo municipal, lo cual da a pensar que de alguna forma u otra se las quiso borrar del mapa de la historia.
Hay quien asegura que fueron encerradas en un convento de clausura, otros que fueron aisladas para siempre, e incluso hay quien afirma que fueron quemadas o emparedadas vivas. De ninguna de estas teorías se tiene la certeza, pero lo que sí se sabe de cierto es que fueron eliminadas de la historia de Villafranca definitivamente.

Fuente de Datos:
Enigmas sin resolver – Iker Jiménez – Editorial Edaf

2 comentarios:

I. Robledo dijo...

La verdad es que uno siente que cada vez sabemos menos de estas "cosas"... En el pasado, las gentes estaban mas proximas a lo Invisible, ahora simplemente hacemos "como que no vemos"

Apasionante cronica... Un abrazo, amiga

Misterio dijo...

Antiqva, es que a veces es más fácil mirar hacia otro lado.

Un abrazo

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