Este es el mapa de Alemania, y la zona coloreada en rosa corresponde a la región de Ruhr, la más industrial del país. Sin embargo esta proliferación industrial se vería seriamente dañada cuando en 1922 es ocupada por Francia como respuesta a los impagos por parte de Alemania que le habían sido impuestos en 1919, en el tratado de Versalles.
El tratado de Versalles fue un tratado de paz realizado al final de la Primera Guerra Mundial en el Palacio de Versalles, en Versalles, Francia, que puso fin al estado de guerra entre Alemania y los países aliados. En el mismo, y entre otras muchas disposiciones rezaba una, en la que Alemania aceptaba toda la responsabilidad de haber causado la guerra, comprometiéndose al desarmarse, y a realizar importantes concesiones territoriales y pagar indemnizaciones a los estados vencedores.
Según los resultados de las investigaciones realizadas por expertos de Mundo Parasicológico en este lugar de Ruhr habrían vivido la mayoría de los niños que en su día fueron pintados en lienzos por Bruno Amadio, también conocido por el pseudónimo de Giovanni Bragolin, cuadros que bastantes décadas después serían considerados como “cuadros malditos”.
De Bruno Amadio no es mucho lo que se conoce, y los pocos datos que se tienen son en ocasiones contradictorios. Tal vez este desconocimiento ha dado pie en cierta medida, a la leyenda que planea sobre este artista y sus cuadros.
Parece ser que nació en Venecia, según algunos entre 1890 y 1900, y según otros en 1911, formándose en la pintura como un clásico, aunque su obra sería considerada como mediocre y falta de talento. Se tiene conocimiento de que fue fascista, partidario de Mussolini y un entusiasta de la propaganda fascista, con la que llegó a colaborar con sus pinturas.
Luchó en el frente y esta experiencia lo traumatizó e impresionó sobremanera, ante el sufrimiento de las víctimas y de los niños que quedaron huérfanos e indefensos en la ciudad en ruinas.
Bruno Amadio
En 1945 Bruno Amadio se traslada a España y se instala en Sevilla, en dónde permanece durante largos años para posteriormente trasladarse a Madrid. A partir de este momento Bruno Amadio no ha dejado pista alguna. Nada más se ha sabido de él, aunque hay quien afirma que en la década de los setenta de traslada a Padua, Italia, y que su fallecimiento se produce en 1981.
Como consecuencia del impacto que le causaron las imágenes de la guerra, Bruno Amadio realiza una serie 27 cuadros que representan a niños llorando, y que serían conocido con el nombre de “Los Niños Llorones”.
El modelo que posó para su primer cuadro de la serie era un niño internado en un orfanato, y Bragolin supo captar y reflejar todo el dolor y la tristeza que emanaban de él, impúber abandonado sin familia que lo amparara. El cuadro impresionaba y obtuvo todo el éxito que el autor ansiaba. Se hicieron de él múltiples reproducciones que se distribuyeron mayoritariamente por España, aunque también por diversos puntos del mundo.
En este primer cuadro, Bruno Amadio oculta su nombre propio y firma la obra con el pseudónimo de Giovanni Bragolin. Posteriormente lo utilizaría en todas sus obras.
Todos estos cuadros tuvieron una gran acogida y se hicieron muy famosos en todo el mundo. La mayoría de los hogares contaban con una réplica de alguno de ellos, tal era la ternura y tristeza que transmitían los niños retratados en ellos. Poco se sabía entonces de que un día serían conocidos y denominados como “cuadros malditos”.
Esta denominación sería lanzada como noticia en la década de los ochentas por un periódico británico sensacionalista, The Sun, según el cual, existía una gran cantidad de testimonios hechos por los bomberos aseguraban que en la mayoría de las casas a las que acudían por haberse provocado un incendio contaban con uno de estos cuadros, que por causas que desconocían siempre quedaban intactos.
La noticia causó un gran impacto, dado que eran muchos los hogares que lucían alguna de de estas representaciones. Incluso hubo testimonios de fenómenos extraños y sucesos inexplicables en torno a quienes los poseían.
Había testigos que narraban como se sentían apresados ante la triste mirada del niño, sintiendose incapaces de apartar la mirada. Otros aseguraban que desde que eran poseedores de ellos, misteriosamente desaparecían objetos que no volvían a ser encontrados.
Todo ésto causó cierto terror colectivo, y la mayoría de sus propietarios optaron por deshacerse de ellos quemándolos, única y supuesta manera de acabar con la maldición, que según se decía, estaba encerrada en el niño.
La Leyenda
Dos versiones planean sobre la creación de “Los Niños Llorones”.
Una de ellas apunta a que los cuadros fueron realizados una vez que el pintor se trasladó a Sevilla, tomando como modelos a niños de casas de orfandad.
La otra, y según investigaciones realizadas por expertos de Mundo Parasicológico , a través de revelaciones en secciones de Ouija, cuenta que los lienzos se hicieron en 1919, en plena guerra mundial, cuyos modelos eran niños de orfanatos que habían perdido a sus padres y familiares durante la guerra
Pero las dos hipótesis coinciden que cuando las realizó, Amadio era un pintor mediocre que pasaba desapercibido, y vivía permanentemente frustrado porque su trabajo no era reconocido por la sociedad. Desesperado, y siempre según la leyenda, llegó a hacer un pacto con el diablo a cambio de que su obra fuera reconocida en el mundo. Como consecuencia, los lugares en los que se encontraran alguno de estos cuadros serían pacto de males y desgracias, víctima de incendios que arrasaban con todo menos con el cuadro, que siempre quedaría intacto. Esta maldición la llevarían consigo tanto los cuadros como sus reproducciones.
Y eso no es todo, al parecer las pinturas que hizo Amadio de estos niños, tienen escondido entre sus pinceladas a un demonio que devora al niño, (tal vez por eso lloraban). Se cuenta que si se gira el cuadro 90º se puede ver en algunos de ellos.
Esta es la muestra y que cada cual opine por sí mismo.
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