El día 5 de Marzo de 1946 ocurrió un extraño y macabro suceso que tuvo por escenario el pueblo de Araçariguama, en el distrito de San Roque del estado de Sao Paulo en Brasil.
Araçariguama era una villa sin luz, agua corriente ni alcantarillas, su crecimiento apenas si se había incrementado y en él abundan serpientes venenosas y animales propios de la selva. Era uno de los pueblos más antiguos de la región, fundado trescientos años antes, donde vivían los "bandeirantes", los conquistadores de las inmensidades territoriales de Brasil.
Ese día de 1946 era martes de Carnaval y todo el mundo estaba dispuesto a divertirse, pero un extraño fenómeno luminoso convertiría la fiesta en tragedia. El protagonista y víctima fue un agricultor de cuarenta años, robusto, de nombre João Prestes Fiho. Con su amigo Salvador Do Santos prefirió ir al río a pescar, indicando a su familia que dejara una ventana de la casa entreabierta para poder entrar a la vuelta, puesto que todos habían decidido ir al Carnaval. Estuvieron pescando en el río Tieste hasta bien entrada la tarde; y a eso de las 7:30 regresaron el bicicleta, separándose en una bifurcación de caminos, cada uno de ellos hacia su casa.
Cuando João estaba a punto de entrar en su casa por la ventana que le habían dejado entreabierta, un “chorro de luz” lo deslumbró. Procedía de algo que estaba estacionado por encima de la vivienda, pero él no vi qué. Era tan potente y molesto que el hombre tuvo que cubrirse el rostro con las manos. Cayó al suelo aturdido, aunque sin llegar a perder el conocimiento. Cuando pudo levantarse, lo hizo y corrió al pueblo. Al parecer no le había sucedido nada, pues podía moverse con normalidad. Recorrió los pocos kilómetros que lo separaban de su casa de la aldea en una hora y llegó hasta la casa de su hermano, a quien relató lo sucedido. Pronto se reunieron en torno suyo algunos vecinos, preocupados algunos por su estado de salud, y otros simplemente curiosos. Ni en su cuerpo ni en su ropa aparecían señales de violencia o de quemaduras.
Pero unos minutos más tarde todos los presentes fueron testigos de una escena que no olvidarían jamás: la carne de João Prestes adquirió el mismo aspecto que si la hubieran cocido durante muchas horas en agua hirviendo; empezó a desprenderse a jirones de los huesos, cayendo grandes trozos de la mandíbula, pecho, brazos y piernas. El pobre hombre parecía no sentir dolor alguno, aunque todo su cuerpo era una horrible mutilación. Sonidos ininteligibles salían de su boca. Rápidamente se organizó su traslado a un hospital de Parnabia, pero João Prestes llegó, obviamente cadáver. El certificado de defunción fue redactado en estos términos: “muerte por quemaduras generalizadas”.
El difunto dejó cinco o seis hijos y la viuda.
La familia de João se resistió a volver a la casa después de lo ocurrido considerándola una casa maldita, por lo que en los años 60 la policía procedió a derrumbarla.
Pero en el pueblo de Araçariguama y en sus alrededores se siguieron sucediendo fenómenos extraños aún después de la muerte de João.
Un año después de la muerte su muerte su hermano, Emiliano Prestes, encontrándose cerca del cementerio, observó dos bolas de fuego que ascendían, se golpeaban entre sí, y volvían a subir repitiendo la misma operación, hasta que de repente comenzaron a rodearlo sintiendo él un intenso calor. Presa del miedo se arrodilló y comenzó a rezar hasta que las luces se alejaron.
Luces similares se siguen observando cerca de allí, en Ibaté, entre Araçariguama y São Roque, que cuando se golpean sueltan chispas pero no se deshacen.
Celso Gomide, un conductor de autobuses, venía de São Roqueen en 1960 cuando divisó una luz roja que le hizo parar el vehículo. La luz se aproximó a la cabina y Gomide, asustado, se puso a rezar. Los pasajeros se quedaron perplejos ante la insólita luz que les rodeó durante más de 20 minutos.
En 1989 una especie de sombrero del revés fue visto sobrevolando el cementerio. Los testigos afirmaron que era como de aluminio y que destellaba, moviéndose en línea recta y balanceándose y se dirigió en dirección a São Paulo.
En 1995,Giomar Gouveia, campeón de hípica y dueño de unos establos en Ibaté, vio una luz sobre sus animales que desprendía rayos de luz de color naranja.
El caso de João Prestes se ha seguido investigando a pesar del tiempo transcurrido y entrevistado a testigos directos, como el de un exaprendiz de enfermero. Según sus declaraciones se llegó a la conclusión que las quemaduras de Prestes se asemejaban a los efectos indirectos de una explosión nuclear. Tal como ocurrió con algunas víctimas de Hiroshima y Nagasaki, la radiación afectó a las células vivas pero no a las muertas, como los tejidos de las ropas y los cabellos, algo sorprendente porque en 1946 era difícil que alguien tuviera en Araçariguama una fuente de emisión de partículas atómicas de potencia controlada y encauzada.
El enfermero reveló que se desprendían tiras de carne de los brazos de la víctima, exponiendo de esa manera sus huesos y tendones sin que manifestara cualquier atisbo de dolor. Las partes más afectadas fueron el rostro y los brazos, pero sin presentar ennegrecimiento, sino descomposición, y que la camisa, el pantalón y los cabellos de João permanecían intactos.
También se supo que en el día de la muerte de João Prestes, un funcionario del ayuntamiento de Araçariguama, Alencar Martins Gonçalves, vio una bola de fuego en las cercanías del cercanías del cementerio.
Igualmente a finales de los años 70 y principios de los 80, se produjeron muertes similares en el estado de Pará, región amazónica de Brasil.
Al día de hoy la extraña muerte de João Prestes sigue siendo un misterio.
Fuente de Datos:
*Lo desconocido -Profesor Jiménez del Oso
2 comentarios:
es un caso tanto olvdado, pero con mucha curiosidad sobre la visita de seres extraterrestres
Así es Jhordan. Hay muchos casos ya sean de éste u otros temas que se están olvidando con el tiempo. Deberíamos de tenerlos más encuenta, siempre podremos sacar algo de ellos.
Gracias por tu amable visita y comentario.
Saludos
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