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La Isla De San Borondón

La Isla de San Borondón (la octava isla Canaria)

El padre Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) era un gran pensador, con gran espíritu crítico. Una persona de la que merece la pena conocer su opinión. En esta historia vamos a ver sus ideas sobre la fantástica Isla de San Borondón, la octava isla de las Islas Canarias. Una isla que aparece y desaparece...
La famosa Isla de San Borondón, es una de esas islas fantasmas, que aparecen y desaparecen,... y de las que incluso hay mapas, aunque nadie sepa cómo llegar a ella.
Las Islas Canarias son siete, sin embargo hay muchos testimonios de personas que dicen haber visto, en días claros, al oeste de las islas de La Palma, El Hierro y La Gomera, otra Isla. A veces se ve brumosa, otras se ve perfectamente nítida e incluso se ven los árboles.
El nombre de “San Borondón” no es nada más que la deformación de San Brandán, un monje Irlandés que, tras muchas aventuras, llegó con otros tres monjes a una isla que estaba llena de árboles y de vegetación, parecía suelo sólido y firme. Celebraron misa y la isla empezó a moverse. Se trataba de una enorme criatura...

El supuesto monstruo donde celebraron misa

Mucho se ha discutido acerca de la historicidad de este religioso, y aunque fue eliminado del santoral en tiempos de Pablo VI no cabe duda de que se trató de un abad irlandés que llevó a cabo tareas de evangelización en las aguas del Mar del Norte. En realidad, fue un fiel seguidor de la tradición misionera del cristianismo irlandés de la que los santos Columba y Columbano fueron claros exponentes. Desde principios del siglo V enteras comunidades monásticas se lanzaron a la mar en curraghs (lanchas de cuero calafateado) para predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. La mayor parte de los historiadores están de acuerdo en que el San Brandán histórico, abad de Clontarf, visitó la isla de Iona (occidente de Escocia) donde se encontró con San Columba, y llegó con sus exploraciones hasta las islas Feroes. Abades irlandeses posteriores completarían su obra, llegando hasta Islandia e incluso Groenlandia, donde establecieron nuevas comunidades cenobíticas y abrieron el camino para su colonización posterior por los gaélicos y los noruegos.
Tras la conquista de las Islas Canarias se habla de una octava isla en la que nadie podía poner el pie. Se cree en ella de modo generalizado, puesto que puede verse con cierta frecuencia.
Dado que es una isla que aparece y desparece, y que han leído las leyendas de San Barandán
¿qué mejor cosa que identificarla con la isla flotante del santo?
El padre Feijoo explica muy bien las razones por las que la isla no puede ser real y apunta dos posibles hipótesis para explicar los hechos.
Debemos observar que él no rechaza los testimonios; es más, cree que tantos testimonios es difícil que no tengan algo de realidad; pero lo que sí hace es buscar una explicación racional al tema.

La primera explicación es la conocida como “Fata Morgana” que se ve habitualmente en la ciudad de Reggio, en el Reino de Nápoles. Consiste en que muchas veces, se ve sobre el mar un magnífica ciudad, en la que se ven edificios, árboles, e incluso hombres y animales. El Padre Feijoo habla de Reggio, pero lo cierto es que estos fenómenos son muy típicos de todo el estrecho de Mesina.
Aunque no lo describe el padre Feijoo, también sabemos que aquellas tierras se han visto barcos en el cielo, bien boca arriba, bien boca abajo.
Hoy sabemos que se trata de espejismos debidos a que en la atmósfera se forman lentes. Por ejemplo, una capa de aire frío, otra de caliente y otra de aire frío producen una lente, que curva los rayos de luz y hace aparecer el barco que navegaba en el mar donde no puede estar. Es lo mismo que ocurre con los espejismos del desierto.
Incluso puede ocurrir que haya más de una refracción y que se vean varias imágenes del barco, del Sol o de la Luna.
El segundo fenómeno al que invoca Feijoo, es una nube que hace de espejo. El fenómeno que él describe es que un científico de Marsella ha visto que desde la playa de la ciudad, mirando al mar, se ve una copia de la misma ciudad.
La única explicación es algo que haga de espejo.
Una vez más el espejo podría estar formado por capas de aire de distinta densidad.
En Escocia, el 23 de junio de 1744 apareció flotando sobre las montañas un ejército. El testimonio es de veintisiete personas.

En 1818, con el cielo despejado y claro, cerca de la Isla de Baffin, un barco inglés buscaba el “pasaje del noroeste”, una zona que debería unir el Atlántico y el Pacífico. Frente a ellos vieron una enorme cordillera que se extendía por todo el horizonte. Desilusionados volvieron a casa.
Setenta y cinco años más tarde, la expedición comandada por el famoso capitán Perry se encontraba con la misma barrera y la bautizaron con el nombre de “Tierra de Crocker”, en honor a su mayor financiador: George Crocker.
En 1913 una nueva expedición, organizada por el Museo Americano de Historia Natural, buscaba la Tierra de Crocker y la encontraron, pero nada menos que doscientos kilómetros al noroeste de donde se la había encontrado Perry.
Pero ocurrió algo muy raro: según se acercaban a las montañas se iban alejando. Si ellos se paraban, las montañas se paraban. Si ellos avanzaban, las montañas avanzaban. Al ponerse el Sol, las montañas desaparecieron. Toda una impresionante cordillera se había esfumado.
En Alaska, en el verano de 1897 una expedición vio cerca del monte San Elias una “Ciudad Silenciosa” sobre un glaciar. C. W. Thornton, miembro de la expedición, escribió: “No se requiere ningún esfuerzo de imaginación para pensar que aquellas imágenes eran una ciudad, eran tan nítidas que si se requiere, sin embargo, una gran fe para creer que realmente no eran una ciudad”. Otros testigos dijeron: “Se veían casas, calles bien definidas, y árboles. Por todas parte se levantaban sobre enormes edificios altas espirales.”
Todos los ejemplos que hemos visto: Ciudades en el mar, barcos en el aire, oasis en el desierto, barreras montañosas, islas, ... no son otra cosa que manifestaciones de la curvatura de los rayos de luz por las distintas densidades de las capas atmosféricas.
En las islas Canarias aún persiste una leyenda popular de una isla que aparece y desaparece desde hace varios siglos que fue bautizada como isla de San Borondón. Según los "testigos" que dicen haber visto la isla normalmente la sitúan en extremo occidental del archipiélago, entre las islas de La Palma, Gomera e Hierro. Hay relatos desde siglos que narran la aparición de dicha isla, de la visión por muchos testigos y de su posterior desaparición, mientras otras personas atribuyen la extraña aparición debido a alguna acumulación de nubes en el horizonte o a un fenómeno de espejismo.


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